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Para poder respetar las medidas sanitarias de seguridad y evitar el contagio del COVID-19, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha modificado el rito del Miércoles de Ceniza adaptándose a este tiempo de pandemia. Tal como se lee en la nota difundida por la Congregación, "pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: «Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás».
Después, el sacerdote se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada".
La nota fue firmada en la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el 12 de enero de 2021 por el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos desde 2014 y Monseñor Arthur Roche, Arzobispo Secretario.
RITO DE LA CENIZA
La Cuaresma adquirió un sentido penitencial a partir del año 384 y desde el siglo XI la Iglesia acostumbró a poner la ceniza a los fieles al comenzar los 40 días de penitencia antes del punto de partida de la Semana Santa, un rito que evoca de forma simbólica la muerte, la caducidad, la humildad y el arrepentimiento.
Del latín «cinis», la ceniza recuerda al cristiano en esta celebración litúrgica que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada. Se obtiene de la incineración de los ramos y palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior.
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