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La Virgen del Rosario de los Dominicos ¿obra de Pablo de Rojas?
27.10.23 - Escrito por: Antonio R. Jiménez-Montes
Retomamos esta última semana de octubre una de nuestras secciones en las que nos acercamos al patrimonio cofrade egabrense y en este caso lo hacemos con una de las imágenes de gloria más singulares de nuestra ciudad: la Virgen del Rosario del antiguo convento de los padres dominicos, hoy Parroquia de Santo Domingo de Guzmán de Cabra.
Según la información que el profesor Antonio Moreno Hurtado publicaba en 1984 (1), las primeras noticias de la antigua Archicofradía del Rosario se sitúan en la Ermita de la Esperanza o Riofrío en torno a la primera mitad del siglo XVI. El convento de los padres dominicos se fundó en 1550, dedicado a la Concepción que dio nombre popular a la actual calle Marqués de Cabra. El de madres dominicas que se ubicó en la actual plaza de España, se fundó medio siglo después, en 1601 y estuvo dedicado a San Martín y a las Cinco Llagas de Cristo.
La presencia de los dominicos impulsó decididamente la devoción al Rosario, que se iniciaba allá por 1208 cuando en Caleruega (Burgos) la propia Virgen María enseño a rezarlo al que sería fundador de la Orden de Predicadores y luego santo Domingo de Guzmán. Según esta piadosa tradición sería la Virgen la que pidió al santo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.
La actual feligresía de Santo Domingo, fiel heredera de la fundación dominica egabrense ha tenido en su historia las más importantes manifestaciones del Rosario en Cabra. En el Convento se creó la Primitiva Cofradía del Rosario, cuya trayectoria e importancia no podemos olvidar. Desde los primeros cofrades y los frailes, hasta los últimos seglares que ocuparon los cargos de esta Perpetua Cofradía, sin olvidar a las celosas personas que han guardado y guardan con extremo cuidado y cariño esta venerada Imagen de la Virgen y su Niño. La Virgen del Rosario , cuya hermandad goza del rango de perpetua y hunde sus raíces en Cabra en el siglo XVI, se presenta hermosa en su camarín cercano al Cuerpo mismo de su Hijo, en la capilla sacramental del Rosario.
Y es precisamente de esta imagen en la que centramos hoy, que sale en procesión por las calles de Cabra, nuestro parecidos razonables.
Se trata de una imagen de vestir cuyos rasgos más característicos son, junto con los del Niño que lleva en su brazo izquierdo, el dorado de sus cabellos. Esta puede ser una de las razones por la que la imagen es nombrada como «la dorada» en documentos de la archicofradía rosariana y que habría sido donada por los cofrades a finales del siglo XVI. La cofradía tuvo otra imagen que servía para «festividades mensuales» que restauró Jiménez de Valenzuela en el año 1736 y que ha desaparecido. En la documentación conservada en el archivo parroquial se comprueba que la imagen «dorada» de la Virgen del Rosario era la que salía en procesión solemne cada mes de octubre.
Hay también alguna referencia, ya en el siglo XIX, a un cabildo de 1803 en el que se refleja la compra de una imagen por el prior de los frailes dominicos de Antequera, pagándose 360 reales, precio muy bajo según escribe en su artículo citado Antonio Moreno.
Los rasgos de la imagen de la Virgen del Rosario encajarían en la primitiva imagen conocida como la «dorada» siendo la principal en las solemnidades de su archicofradía.
La importancia del convento y de la cofradía reflejan que se trató de una de las más relevantes de Cabra y de ahí que los enseres mostraran la riqueza de la cofradía. Cabe pensar, por tanto, que la imagen como elemento principal de la devoción y veneración, fuera encargada a un artista significado.
En la época en la que se adquiere la primitiva imagen el modelo más usado en la iconografía mariana es el de la «madre sosteniendo a Jesús niño, siendo herederas de iconografías medievales conceptuales como la de la Hodegetria o la Eleusa, y cuyo autor sigue siendo anónimo, al no haber reparado la historiografía suficientemente en ellas» como señala Francisco Jesús Flores Matute en un artículo sobre las imágenes marianas de Pablo de Rojas y Bernabé de Gaviria (2).
Precisamente en este autor nos queremos fijar a la hora de comparar la imagen de la Virgen del Rosario de Santo Domingo de Cabra con otras de la producción del insigne alcalaíno, maestro de su paisano Martínez Montañés.
Pablo de Rojas trabaja entre finales del XVI y principios del XVII en localidades granadinas, malagueñas y cordobesas y lo tenemos documentado en imágenes como el Nazareno o el Yacente de Priego de Córdoba o el Jesús de la Paciencia de Granada, atribuyéndosele la Virgen de la Cabeza de Iznájar o la de los Ángeles de Málaga, la Virgen del Rosario de Dúrcal o la Virgen de Gracia de Antequera, entre otras que son identificadas en el citado artículo de Flores Matute.
La producción de Pablo de Rojas presenta una fórmula estética que está «impregnada de dosis de naturalismo que humaniza la escultura» como señala el profesor López-Guadalupe, destacando el modelo de la Virgen con el Niño en sus brazos en la producción atribuible a Rojas.
Un paradigma que se inicia con la Virgen de los Favores de la iglesia de San Juan de los Reyes y que continúa con otras de las imágenes que mantienen similar tipología, como una especie de «serialización» en la colección que se le documenta o atribuye. Flores Matute, que ya identificó la autoría de Jesús de las Necesidades y el Cristo de la Sangre de nuestra ciudad señala al hablar de este tipo iconográfico de las imágenes de la Virgen y el Niño de Pablo de Rojas:
La Madre presenta un ligero y suave contrapposto, mientras que las facciones de la cara revelan una nariz puntiaguda, fina y rectilínea, boca bien definida, como sus ojos, cejas arqueadas y finas y una melena densa, con raya central, que se bifurca en gruesos mechones. La cabeza se suele girar levemente hacia la izquierda, siendo cubierta por una toca que cae por el mismo lado y se recoge por el cuello cayendo hacia la derecha en finos pliegues. Así, pues, la parte derecha de la ca-beza no se halla cubierta, mostrando el autor la oreja y un mechón que cae por delante, enmarcándola.
Esta es precisamente una de las descripciones que nos sitúan en un parecido razonable con la Virgen del Rosario de Cabra que lo único que no tiene (o al menos no se le aprecia) es la oreja que siempre suele dejar Rojas sin cubrir por el cabello.
Esta hipótesis sobre la atribución de la Virgen del Rosario como obra de Pablo de Rojas o de su taller, encajaría en fechas y en las similitudes que se pueden ver en obras como el Nazareno de Priego, Jesús de la Paciencia de Granada o la Virgen de los Favores de Granada, por comparar alguna de las más significativas. Rasgos que pueden ser una simple evidencia de la gran maestría de Rojas que pudo ser copiada por sus seguidores pero que también dejan huella de su autoría en una imagen singular y esbelta como es la Virgen del Rosario de Cabra.
(1) Moreno Hurtado, A. (1984), Reseña histórica de la Cofradía de la Virgen del Rosario de Cabra en Moaxaja, Revista de la Casa de la Cultura, núm. 1, pp. 39-64
(2) Flores Matute, F. J. (2020). Tras los pasos de Pablo de Rojas y Bernabé de Gaviria. Pervivencia, serialización y mutabilidad de un modelo mariano. Cuadernos De Arte De La Universidad De Granada, 51, 59?80. https://doi.org/10.30827/caug.v51i0.16011
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