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El discreto encanto de la anarquía
10.10.19 - Escrito por: Alejandro García Rosal
Acaba de dejar la Puch Condor en la calle Baena. Ha madrugado como todos los días pero hoy el motivo es diferente, quizás más especial. No le preguntes. Solo sabe que él lo aprendió así.
Va a llevar a Mamá Sierrita a su casa. Con sus compañeros de fatiga. Con sus hermanos, que van más allá de pagar una cuota. Con su gente.
No entrena. No corre. No tiene un pulsómetro ni runtastic. No come pasta, ni fruta ni fibra. Más bien todo lo contrario. Se cuida poco. Su boca entreabierta sostiene un ducados que humea sobre su cara. Y su desayuno ha sido el solysombra que le acaba de poner Pepe Cuevas.
En Góngora vendrá el correoso mollete con aceite, que nunca es ni mucho ni poco. Con el jamón ídem de lo mismo.
Lleva unas botas de la mili y la ropa de cazar... y él es un costalero de 1985.
Pero podría ser un costalero de antes de ayer.
Eso es lo que hace que la Subida de la Virgen siga siendo algo único en Cabra.
Algo que, siendo todos los años igual, cada año es diferente.
Los movimientos alrededor de la Virgen son distintos a cualquier otra cosa que se celebre alrededor de una imagen bendita. Tan rebeldes y espontáneos que no se dejan encasillar. Archicofradía y costaleros van de la mano, y sus Juntas de Gobierno trabajan denodadamente para que todo salga bien. Pero la ley de las almohadillas verdes es otra bien distinta.
Es el romanticismo de las cosas hechas "a la antigua".
No hay ensayos, no hay tallas, las posiciones son más o menos a ojo. La única organización es saber el orden de los relevos. Detrás de quien vas y quien entra detrás de ti.
Los cordeles tienen su lugar. Los primeros marcan el ritmo como en su día hacia Agustín.
Todo el mundo sabe cuál es su sitio, aunque sea nuevo. Uno pide la vez y se apaña con sus compañeros de almohadilla. Un aparente caos organizado. Sin saberte ni los nombres de casi nadie porque muchos se ven de año en año... el primer domingo de octubre si Dios quiere.
"Yo voy detrás del de verde, y tú detrás del de gafas..."
La esencia mítica del caos controlado.
¿Y cuánto dura un relevo? Un padre nuestro y un Ave María. Como mucho un cuatro esquinitas tiene mi cama...
Eso es la subida.
Portar una imagen se hace en tiempo de pasión, en tiempo de gloria, en romería y en ocasiones extraordinarias y de modo extraordinario.
Cuando se tiene el inmenso honor de ser costalero, de portar a las sagradas imágenes donde volcamos nuestras devociones y anhelos, todo sentimiento es igual.
Pero no todas las formas.
Cuando el calendario del corazón y la cabeza cofrade va buscando la primavera, las tallas de los costaleros son perfectas, los sitios van corregidos, los ensayos son inexcusables, y las "igualas" y "retranqueos" -que son unos palabros muy de aquí, no en vano ya aparecían en las primeras Moaxajas- en algunos sitios son con puntero láser.
Es la globalización del sentimiento, de la puesta en escena, del rito. Hasta del folclore.
Aunque después cada uno lo haga suyo. Lo hagamos nuestro. La globalización ha llegado para quedarse y estas son sus consecuencias más directas.
Un mundo en el que todos saben de todo, pero casi nadie sabe de nada.
Que no digo yo que sea mejor ni peor..., pero la subida de la Virgen, como otros muchos aspectos que la rodean, aún conserva al sabor añejo de hacer las cosas.
En la subida no hay papeletas de sitio, diputados de tramos, fiscales de banda... de hecho en las cofradías no los había cuando yo cambié el chupete por una túnica de monaguillo y el cura más "esaborío" del mundo y con más tino en sus nudillos se hacía querer allá por la calle Santa Ana.
Y esa convivencia de después... tan ligerita... con esas salchichas fritas en vino y ajos... ese generoso agasajo gracias a muchas empresas de Cabra y al esfuerzo de muchas personas que suman años, devoción y paciencia, y que lo único que han hecho toda su vida ha sido estar alrededor de su Patrona.
¿Qué pasará con eso? ¿Se perderá como se perdieron tantas tradiciones en Cabra? Si lo que ocurre alrededor de la Virgen y sus costaleros es único, porque no necesita otra cosa, ¿qué ocurrirá con el paso del tiempo? ¿Se globalizará también?
¿Se convertirá en algo estandarizado? ¿Saldrán unos muñidores?
Que no digo yo que sea ni bueno ni malo...
Pues ese caos romántico, es la subida.
Allí es donde se siguen viendo los botos de toda la vida, y la ropa vieja y de la mili. Allí, en esas cuestas es dónde se aprenden tantas cosas... Y eso es Cabra en esencia y tradición.
Esa es la enciclopedia de Cabra, de la A a la Z, con sus sucesivos apéndices. Ahí está el gen de Cabra, ese que se transmite generacionalmente, porque dichoso el que a los suyos se parece.
"Todos juntos arriba" se repite antes de empezar la marcha. Y al que flaquea se le espera. Todos juntos.
El que busca una respuesta ha de encontrarla en esas cuestas, porque el que sube una vez se engancha para toda la vida.
En la subida hay poco orden, pero si mucho concierto. Porque es nuestra. Porque nos la han transmitido. Porque la hemos "mamao". El pueblo es su guardián.
Es una tradición que sobrevive impertérrita al tiempo. Atemporal y actualizada. Difícil binomio que solo ocurre en las cosas verdaderamente importantes.
Eso es la subida, la supervivencia ante la globalización. Lo que cada uno hace suyo, y a su manera. Aquello que siendo todos los años igual, nunca es lo mismo.
El discreto encanto de la anarquía.
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