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Las cofradías egabrenses en la segunda mitad del siglo XVIII (y II)
15.03.20 - Escrito por: Antonio Moreno Hurtado
En el caso de Cabra, el informe hace referencia a cuatro cofradías de Pasión, una Sacramental, dos asistenciales y seis de Gloria. Trece en total.
No se hace referencia a ninguna de carácter gremial, de las que se continúan todavía algunas en otros pueblos. Pero se conserva la de San José, que reunía a los carpinteros de Cabra. La relación de Cabra se inicia con la cofradía de la Vera Cruz, de la que se indica que tiene aprobación episcopal, que celebra una fiesta al año y que se gasta en ella 2.400 reales. Le sigue la de Jesús Nazareno, sin aprobación, dos fiestas al año y un gasto de 800 reales. La de la Soledad, sin aprobación, con una fiesta al año y 600 reales de gasto. La de la Aurora, sin aprobación, con una fiesta y 800 reales.
Como dato curioso, diremos que la única cofradía egabrense que figura en el informe con Aprobación Real es la de la Virgen de la Sierra. Se indica que hace una fiesta anual, con un gasto de 300 reales. La cofradía del Santísimo, con aprobación del Obispo, organiza doce fiestas, con 4.800 reales de gasto. La de Ánimas, con dos aprobaciones episcopales, una fiesta y 1.500 reales de gasto al año. La de San José, con aprobación, una fiesta y 100 reales de gasto.
La del Rosario, unida a la del Dulcenombre y Ave María, con tres aprobaciones, 15 fiestas y un gasto total de 700 reales. La de San Pedro, con aprobación, una fiesta y 100 reales de gasto. La de Nuestra Señora del Rosario, con aprobación, una fiesta y 50 reales de gasto. Por último, la de la Caridad, sin aprobación y sin constancia de fiestas y gasto.
Conviene hacer algunas aclaraciones sobre estos datos.
Por una parte, la cofradía citada como de Nuestra Señora del Rosario debe referirse a la del partido de la Esperanza, muy activa en el siglo XVI, pero que fue decayendo poco a poco hasta su desaparición.
La del Rosario, que aparece unida a la del Dulcenombre y Ave María, estaba radicada en la iglesia del convento de Santo Domingo. De ella se conserva mucha información. La del Dulcenombre de Jesús celebraba culto a una imagen de Jesús Niño, hecha en plomo, con capilla en dicha iglesia. De esta cofradía hay referencias desde el año 1572. Poseía varias fincas, que se arrendaban a particulares. Con motivo de la exclaustración del convento de Santo Domingo, el día 1 de marzo de 1857, se entrega a don Antonio de Vílchez la imagen del Dulcenombre, "por su extraordinaria devoción". La entrega el vicario don Vicente Cándido y López.
Con la salvedad ya expresada sobre la dudosa exactitud de estos datos, hay que descartar la afirmación de falta de aprobación episcopal, por aquel tiempo, de cofradías como la de Jesús Nazareno, Soledad o Aurora. Un lapsus, tal vez, del informador, dada la probada e intensa actividad de estas cofradías por ese tiempo y la existencia de documentación original que indica lo contrario.
Estas cuatro cofradías matrices organizaban los desfiles procesionales de la Semana Santa de Cabra, en colaboración con sus hermandades filiales. La de la Aurora el Miércoles Santo, la Vera Cruz el Jueves y la del Nazareno el Viernes, mañana y tarde. La cofradía de la Soledad salía en la mañana del Sábado de Gloria, desde el año 1704, por haber prohibido el obispo fray Pedro de Salazar y Toledo las procesiones nocturnas. Desde su fundación, en la segunda mitad del siglo XVI, la Virgen había desfilado en la noche del Viernes Santo, con independencia de la cofradía de Jesús Nazareno.
La cofradía o congregación de San Pedro la formaban los sacerdotes locales, con actividad probada desde el año 1631, en que encargan una imagen de su titular al escultor granadino Andrés de Saravia.
A la vista de los informes provinciales, el día 24 de junio de 1783, el Consejo de Castilla eleva consulta y propuesta al rey Carlos III, "sobre reforma, extinción y respectivo arreglo de las cofradías erigidas en las provincias y diócesis del reino".
Don Pedro Escolano de Arrieta, del Consejo de Su Majestad, su secretario, escribano de cámara más antiguo y de gobierno del Consejo, certificaba que, "con motivo de lo representado al Consejo por el reverendo obispo de Ciudad Rodrigo en el año pasado de 1768 y de lo que expuso en el de 1773 el excelentísimo señor Conde de Aranda, siendo presidente del Consejo, sobre las muchas hermandades y cofradías que se hallaban establecidas en todo el reino en contravención de las leyes, y los excesivos gastos que hacían los individuos de ellas con pretexto de comilonas, cometiendo unos abusos dignos de remedio, se hizo consulta por el Consejo a Su Majestad en 25 de junio de 1783", cuya Resolución fue comunicada en 9 de julio de 1783 a don José Herreros, Comisario General de Cruzada.
De manera que Carlos III, el día 25 de junio de 1783, ordenó abolir todas las cofradías sin aprobación oficial, obligando a las demás a redactar unos nuevos estatutos y presentarlos para su aprobación por el Consejo de Castilla. Muchas de ellas, por desidia o incluso incapacidad, no lo hicieron y acabaron por desaparecer.
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