|
La revolución tecnológica cofrade
11.03.14 - Escrito por: José Manuel Jiménez Migueles
"Queridos amigos, os doy las gracias de corazón y os ruego que sigáis rezando por mi. Papa Francisco".
Así se expresaba nuestro actual pontífice en su primera aparición pública en la red social Twitter el 17 de marzo del 2013. Conscientes como son en el Vaticano que la imparable expansión de las redes sociales dentro de la Sociedad de la Información debe ser aprovechada como un instrumento más de evangelización, no dudaron en crear cuentas del Papa Francisco en varios de los idiomas de mayor repercusión mundial.
Actualmente son más de 13 millones de personas los que siguen las cuentas de Francisco, quien el año pasado recibió casi 40 millones de menciones y sus tweets fueron retwiteados por una media de 6.637 seguidores cada uno de ellos (como datos, el presidente estadounidense, Barack Obama, tiene una media de 2.309 por mensaje). Esta actitud aperturista es un buen síntoma aunque no deja de sorprender lo poco que ha influido en las cabezas episcopales de la iglesia española, que no han secundado ni mucho menos la intención pontifical de llegar a cuanta más gente mejor.
Sí que están aprovechando y de qué manera las infinitas posibilidades que dan las redes sociales las hermandades y cofradías de nuestro pueblo, pues prácticamente todas tienen cuenta de Facebook y de Twitter, en cuyos estados se informa sobre la organización de actividades de las mismas, se ilustra con fotografías el día a día de la hermandad y se cuelgan reportajes multimedia que hacen las delicias de los cofrades, sean o no de la cofradía en cuestión.
También se entablan debates, se publican artículos noticiosos, también de opinión y se suben enlaces a otras páginas que puedan ser de interés, convirtiéndose dichas cuentas en elementos imprescindibles que todo buen cofrade gusta de tener.
Pero, como todo en la vida, corremos el riesgo de perder la espontaneidad de nuestra fiesta y el gozo melancólico del que ve llegar una hermandad al amanecer del día, sabedor de que aquel momento será por siempre irrepetible. Cuántas veces hemos asistido a una salida procesional y, tras una hora esperando, hemos visto el paso de Cristo por la pantalla de varios móviles más que por nuestros propios ojos. O cuántas veces hemos asistido incrédulos a cómo el cofrade de al lado ha ido retransmitiendo la procesión a su interlocutor telefónico y no ha sido capaz de levantar la vista más allá del respiradero.
Pronto, la saturación tecnológica nos hará quedarnos en casa cuando, a través del washap podamos recibir la imagen y el sonido instantáneos de una primera chicotá mientras que por el puerto USB nos llega el aroma suave del incienso y el olor fresco del jazmín. Y todo eso disfrutando de cada uno de los detalles que el enviado especial de turno es capaz de transmitirnos mientras nosotros nos quitamos de la bulla, de esperar una hora el paso de la procesión y del frío que muchas veces se pasa en el mes de abril.
Por supuesto que apoyo y me manejo en todas las redes sociales. Y me gusta que mi hermandad así lo haga. Así debe de ser, pues es la forma más cercana, barata e inmediata de comunicación. Pero un consejo: cuando caiga la noche y las paredes de aquella calle estrecha le abracen el alma y la nube de incienso le embriague el espíritu no pierda la ocasión de mirar fijamente aquel palio que, de espaldas a usted, camina firme bajo los sones que creara Font de Anta. Ese momento, que las cámaras de móvil tienen sus limitaciones, será irreproducible, pero le hará a usted comprender la verdadera belleza de esta fiesta efímera y pasional que es la Semana Santa.
@JimenezMigueles
|
|
|
|
|
|