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jueves, 28 de marzo de 2024 - 18:20 h

Pregón a San Rodrigo, mártir

Asunción y Ángeles y Demonios (IV-V)

"El pregón me ha devuelto todo lo que el tiempo me ha robado"

10.03.16 - Escrito por: Mateo Olaya Marín

Ofrecemos a cuántas personas nos siguen, en estos días previos al domingo del Pregón de la Semana Santa, una entrevista mantenida por Mateo Olaya Marín con nuestro pregonero 2016, Francisco Agudo López. Recordamos a ustedes que el pregón será el domingo 13 de marzo, al que sigue llamándose popularmente domingo de Pasión, a las 13:00h en el Teatro El Jardinito, siendo presentado por Javier Fernández Díez de los Ríos.

En el mes de octubre la Agrupación General de Hermandades y Cofradías de Cabra anunciaba el nombramiento del cofrade Francisco Agudo López como pregonero de la Semana Santa del 2016. Sin duda, estamos ante un cofrade de extensa, e intensa, trayectoria en las hermandades egabrenses, en las que ha desempeñado distintas funciones, viviendo las mismas desde múltiples perspectivas y en diversos contextos, lo que le hace acreedor de un rico bagaje y de un compromiso que en este año han desembocado en este justo reconocimiento de poder pregonar la Semana Santa que tanto ama y quiere.

Paco Agudo es una persona reflexiva, perseverante, apasionada, generosa y solícita. No escatima en poner su mano y ofrecer su hombro, o su cuello. El tiempo no le ha robado la ilusión y sigue siendo tan niño como el primer día. Paco Agudo es el cofrade que, cámara en ristre, busca por cada rincón de la ciudad el momento justo en el que se atraviesa esa estampa con la que sueña porque la luz en ese instante es certera y hay un perfil que merece la pena congelar. Paco es el cofrade que se recrea ante un palio que avanza pausadamente sobre una plegaria de clarinetes; el que asiste en la tarde del Jueves Santo, año tras año, asombrado ante Jesús Preso; el que busca la espalda de la Humildad y Paciencia porque habrá de producirse el contraluz que ya lleva consigo en su memoria; al que poco le importa la suntuosa plata porque, dentro de la urna, está un Cristo Yacente que le conmueve y a su vez le duele. Paco es, también, el alma que necesita de vez en cuando bañarse en el silencioso refugio del Salvador donde habita la obra perfecta de Dios.

Paco Agudo ha sido también el cofrade en el exilio que llevó a su inmortal poema Rafael Montesinos. Fue en su etapa profesional en Cáceres cuando a buen seguro sintió cómo se clavaban esos versos que comenzaban diciendo: "ya duele el azahar en la memoria". Y si el reloj marcaba una hora de Lunes o Miércoles Santo, allí estaba él desde la distancia viviendo en sus propias carnes ese vacío que sentenciaba el poeta: "Ahora, un incensario -péndulo de plata del reloj de mi tiempo- estará dando mi pena en punto en aquel sitio".

Paco es de tertulia y café. De buena conversación y mirada fija. Le gusta sostener sus sentimientos en la mirada, donde transluce una inevitable nostalgia. Paco es un volcán de sentimientos, un rebullir de emociones donde encontraremos a la persona enamorada de su pueblo y su Semana Santa. Y nosotros, para conocerle mejor y para que nuestros lectores se acerquen un poco más al pregonero de la Semana Santa, conversamos con él un buen rato y profundizamos en ese perfil de capataz, hermano mayor, costalero y espíritu lírico.

Mateo Olaya (M.O.). ¿Tu primer recuerdo como cofrade?
Paco Agudo (P.A.). Extendiendo este término de cofrade a las procesiones chiquitas de mayo, mi primer recuerdo es de la Virgen del Socorro pequeñita. Yo estaba en párvulos o primero de EGB. ¡Qué recuerdos junto a José Juan Jiménez Güeto, pregonero éste año de la Semana Santa de Córdoba! Más adelante salí también en la Virgen de los Dolores, compartiendo momentos con no pocos cofrades de nuestros días.
En cuanto a la Semana Santa se remonta a principios de los años noventa, en la cofradía de Jesús Preso, donde salí como capuchón. Al poco me inicié como costalero en el Cristo del Calvario.

M.O. Formaste parte de aquel equipo humano que dio luz a la hermandad del Buen Fin. ¿Qué crees que ha aportado esta cofradía, tan especial para ti, a la Semana Santa egabrense?
P.A. En nuestros ojos llevábamos escrito éste futuro que hoy, 25 años después, vemos. La ilusión y el entusiasmo era real. La hermandad del Buen Fin nos enseña a todos que hay que escuchar a quien viene. Trajo frescura. Ha sido una hermandad ejemplar en muchos aspectos que poca gente conoce.

M.O. En la hermandad del Lavatorio has vivido también momentos emocionantes en las trabajaderas del paso, siendo costalero del Señor durante muchos años, ¿podemos afirmar que esta cuadrilla es un claro ejemplo de la evolución positiva de los costaleros en Cabra, en cuanto a funcionamiento interno, forma de andar, aportación de la misma en beneficio de la hermandad, etc.?
P.A. En la hermandad del Lavatorio vivimos unos años muy especiales y de mucho esfuerzo porque se realizó el cambio de portar el paso a dos hombros y ponerlo con trabajaderas. Todo esto entraña una dificultad añadida a una cuadrilla pues técnicamente es todo muy diferente y precisamente en la técnica es donde en Cabra, por esos años, andábamos más escasos. El costal es lo que pone más en evidencia el trabajo de una cuadrilla, al menos desde mi modo de entender las cosas. En ésta cuadrilla se ha trabajado mucho, créeme, y en muchos casos desde la intuición pues no tenemos sagas de capataces que hayan planteado el trabajo correcto que ellos han recibido de generación en generación. Las cuadrillas de costal en Cabra están viviendo sus primeros años y, con ello, sus primeros capataces. Esto llevará un tiempo conseguirlo plenamente. Pero hoy día hay mucha más información y mucha más cercanía a otros focos donde poder aprender a trabajar bien. En nuestro caso, en aquellos años, era el misterio de Humildad de Córdoba el que nos servía de ejemplo para no pocas cuestiones.

Hoy ha cambiado todo mucho y creo que para mejor. La estructura que mantiene ésta cuadrilla es muy acertada. Se anda muy bien y tienen un capataz al frente lidera el grupo y organiza muy bien a todo el colectivo. Esto último es fundamental. Además los propios hermanos costaleros están involucrados con la hermandad, todo lo cual redunda en positivo efectivamente.

M.O. No todo es hablar en positivo de la realidad de nuestras cuadrillas, porque bien es cierto que algunas están pasando por difíciles momentos. ¿Crees que esta situación puede perdurar mucho más en el tiempo?
P.A. Está por ver pero creo que estamos ante el momento de tomar decisiones coherentes. No son pocas las hermandades con dificultades de costaleros. Aquellas que tienen mayor problema quizá deban pensar seriamente en otro tipo de soluciones. Sé que es difícil, doloroso en algún caso, pero si son problemas persistentes a medio y largo plazo se debe actuar en consecuencia.

M.O. Una de tus etapas más importantes la protagonizaste en la hermandad del Sepulcro, siendo capataz durante muchos años y hermano mayor. ¿Cómo fue aquel proyecto? ¿Podemos decir que en aquellos años vitales maduraste definitivamente y pudiste, también, conocer esa otra Semana Santa de sinsabores, ese otro contrapunto oscuro que no siempre sale en los libros?
P.A. Yo llamo a esos años los años de la verdad. Porque me encontré con una Semana Santa difícil, con mucho entusiasmo, pero difícil. Sin duda han marcado mi devenir como cofrade, mi manera de pensar, de ver la Semana Santa. He vivido momentos históricos, como aquel 1998, donde la hermandad realizó su primera estación de penitencia con costaleros, truncada por la lluvia apenas llegamos a la Plaza Vieja. He tenido el inmenso privilegio de ser capataz del Santo Sepulcro y su hermano mayor entre los años 2001 y 2005. Recuerdo estos años con mucha ilusión y con la satisfacción de haber ofrecido a la hermandad todo cuanto estaba en mi mano.

M.O. Continuando con tu amplia trayectoria en las cofradías, no podemos obviar tu paso como capataz del Cristo de la Sentencia. ¿Te ha marcado sustancialmente esta experiencia, verdad?
P.A. Sí, porque me ha permitido trabajar con una cuadrilla formada íntegramente por mujeres. Es realmente extraordinaria la labor que realizan, el compromiso que muestran, la entrega, dedicación... En ocasiones nos hemos visto con dos relevos por palo, algo a lo que no estaba acostumbrado. Hemos llegado a tener en nómina, algún año, más de 50 costaleras. Y además es una cuadrilla muy devocional con el Stmo. Cristo de la Sentencia. Pero también es muy difícil. Que nadie crea que es tarea fácil. Influyen otra serie de factores añadidos a los que suceden en una cuadrilla masculina.
Yo les tengo mucho cariño y he vivido momentos de gran sensibilidad que han dejado huella en mí para siempre.

M.O.. Y tu última etapa se centra especialmente en la hermandad de la Piedad, formando parte de esta cofradía en un momento de gran revitalización y avance tanto en el colectivo humano como en el patrimonio material. ¿No crees que ha sido realmente un revulsivo para nuestra Semana Santa en general?
P.A. La Piedad no estaba en mis planes. De hecho no tenía ninguna intención de coger ningún llamador después de haber dejado el del Santo Sepulcro en 2005. Su hermano mayor y una llamada telefónica mientras estaba en mi período laboral en Cáceres se encargaron de trastocarme los planes. Yo le debo mucho a Javier. Él me ayudó enormemente en mi mandato como hermano mayor en el Santo Sepulcro. Por eso es mi presentador el próximo Domingo de Pasión. Javier, sencillamente, me ha devuelto la ilusión por esto. Me conoce tan bien que sabe cuando me debe hablar y cuando no, cuando estoy feliz y cuando no lo estoy, cuando tengo un problema y cuando no lo tengo. El sabe cuál es la medida de las cosas para Paco. Por eso, por cómo me conoce, es mi presentador y porque quiero que viva en primera persona éste día conmigo.
Poco a poco me enseñó que éste proyecto que él traía era un proyecto coherente, medido en el tiempo, con un objetivo muy alto pero con los pies en el suelo para llevarlo a cabo. La Junta de Gobierno está totalmente volcada con mi trabajo y yo con el de ellos. Estoy muy orgulloso de ser el capataz de ésta hermandad y de su cuadrilla. Cuadrilla por cierto muy distinta a lo acostumbrado para mí.

M.O. ¿Qué supone para ti la hermandad de la Piedad?
P.A. Es una meta diferente. Un reto sobrevenido, no buscado. Empezar de cero con prácticamente la totalidad de una cuadrilla. Ha evolucionado positivamente en éstos años en cuanto a aspectos técnicos. Pero yo me quedo con lo humano. Sólo falta levantar el faldón, mirar a la cara a cualquier costalero de mi cuadrilla y saber que lo va a dar todo y él sabe, en esa misma mirada, que fuera tiene a un capataz que buscará siempre dispensarle un trato como persona, obviando total y absolutamente querer hacer cosas que no nos corresponden o que vayan en su perjuicio. El día que mi manera de pensar en éste sentido cambie dejaré de ser capataz de la Piedad.

M.O. Vayamos al pregón. Es quizás el Domingo de Pasión uno de los días más bonitos que hay en Cabra. Cuando tiene lugar un acto esencial que marca nuestra impronta y donde el pueblo cofrade egabrense ha logrado mantener una identidad a lo largo del tiempo. ¿No te da la sensación de que el pregón es de los pocos actos, por desgracia, donde la colectividad de nuestra Semana Santa se expresa con creces y que esta misma colectividad, esta misma unión, es la que se echa en falta en otros momentos?
P.A. Sí. Es la muestra de que colectivamente podemos funcionar. Echo de menos en Cabra un ombliguismo como el que se aprecia en el pregón. Cabra se reconoce en muy pocas cuestiones a veces teniendo tanto en que reconocerse.

M.O. Ahora, en estos días, en estos momentos previos, ¿qué te ha llegado a producir más intranquilidad: el papel en blanco con todo por escribir, o el papel terminado que está a pocos días por decir?
P.A. El papel terminado que está a pocos días por decir.
Me da mucha pena, créeme, darlo a conocer. Es una sensación como de no querer que se separe de mí. Es algo tan mío, de mucho esfuerzo, de un valor intangible.

M.O. Desde luego. Es una sensación inevitable y propia de algo que se ha gestado desde el interior y que en cuestión de pocas horas debe dar a luz ante el pueblo de Cabra. Continuando, ¿qué te ha reportado todo este proceso de elaboración del pregón? ¿Qué conclusiones positivas sacas?
P.A. Algo muy concreto. El pregón me ha devuelto todo lo que el tiempo me ha robado. Ahora está todo escrito, es como si hubiera conseguido con ello quebrar la fugacidad.
Me ha devuelto al placer perdido de escribir. De encontrarme en pasajes y artículos escritos desde dentro, con cierto aire de nostalgia y romanticismo.

M.O. ¿Qué hay en este pregón de la Semana Santa, de aquellos pregones que pronunciaste anteriormente: el del Costalero y del Sepulcro?
P.A. Hay muy poco. El lirismo quizá, basado en el romance. Cierta idea romántica, idealizada de la Semana Santa.

M.O. Lo que indica la gran diferencia que tiene el pregón de la Semana Santa con todo lo demás. Los que te conocemos, Paco, sabemos de tu admiración por la música y tu afición fotográfica, ¿cuánto de estos dos ingredientes hay en el pregón?
P.A. Hay algo de música expresado en mensajes no escritos a través de las marchas que he elegido para ése momento tan especial. Debo agradecer en éste punto la disposición de la AIM Banda de Música de Cabra, a través de su director y de su presidente y la colaboración de la Agrupación General de Hermandades y Cofradías de Cabra. Y hay expresión musical en el pregón que da la mano a la tradición y muestra, claramente, mi perfil cofrade.
El pregón es una expresión escrita de los sentimientos recogidos en muchas de mis fotografías. El que conoce mis trabajos fotográficos verá perfectamente reflejadas mis palabras en no pocas imágenes del mismo.

M.O. Hablando de fotografía, fuiste cartel de la Semana Santa con una bella estampa del palio de la Virgen del Rosario saliendo. Una hermandad tan especial para ti, para mayor casualidad. ¿Las cosas de la providencia, verdad?
P.A. Y justamente 20 años después de ser cartel ése mismo palio. Si que le tengo un gran cariño a ésta hermandad. Fue una grata sorpresa éste premio por los condicionantes que bien explicas. En ésta hermandad di mis primeros pasos como costalero. Me hice cofrade en su seno, entre su gente.

M.O. ¿Entiendes que el concepto de cartel de nuestra Semana Santa, en cuanto a la fotografía, necesita una revisión o giro para aportar visiones nuevas?
P.A. Ya he comentado públicamente en alguna ocasión que estos dos conceptos de cartel y concurso de fotografía no casan bien. El concepto de cartel lo sacaría del concurso. Un concurso fotográfico debe valorar una serie de cuestiones técnicas que hoy día no se tienen en cuenta.

M.O. ¿Es el pregonero un corazón que llega al atril con otra idea de Semana Santa, con una mirada que ha cambiado con respecto a la que se tenía antes del nombramiento?
P.A. En parte sí. Es un ejercicio de responsabilidad de bastante peso y desconocía realmente esto, su importancia. Por eso muestro mi mayor respeto a quien ha pasado por aquí. Pero mi idea de Semana Santa no ha cambiado. Quizá me ha hecho reflexionar más abiertamente, en un concepto más amplio, si bien eso no ha cambiado el fondo de la cuestión.

M.O. Para un pregonero, nada será igual tras el pregón, aunque bien es cierto, como precisas, que el fondo se mantiene. Ahondando más en este género en nuestra ciudad ¿Qué pregón o pregones de la Semana Santa de Cabra te han marcado de alguna u otra forma?
P.A. Todos los pregoneros dejan su huella en el pregón, su sentir, su ser. De un modo u otro todos los pregones te marcan. Te dejan algo del pregonero. Pero por concretar y ser sumamente breve de los que he leído o bien oído grabaciones destacaría el de José J. Delgado y el de Francisco Montero Galvache. Me gustó mucho y creo que abrió una puerta a cierto romanticismo necesario el de Salvador Guzmán. Y el tuyo.

M.O. Eres un lector empedernido y como no podía ser de otra forma, un amante de la lectura cofradiera. ¿Qué escritor o escritores te han llamado la atención?
P.A. Los llamados clásicos. Aquellos escritores que bien definía Francisco Robles como los "necesitados de una tercera España". Rafael Laffón, Núñez de Herrera, Chaves Nogales, Cernuda y por supuesto, un escalón quizá por encima de estos, Joaquín Romero Murube, con el que me alegro de compartir esa visión neoplatónica de todo cuanto nos rodea. El cuerpo y el alma en la Semana Santa. Me parecen muy sugestivos también los sonetos de aquel que guardaba su identidad bajo el seudónimo de "El Bachiller Fulano de Tal". Textos ágiles, ricos en metáforas y en cierto punto de idealización de la Semana Santa que a mí, particularmente, me encanta.
Hay otra serie de escritores que forman parte de mis favoritos pero que quizá separaría de los anteriores como Pemán, Sánchez del Arco, Cesar González Ruano... ¡Son tantos!
En cuanto a los contemporáneos, me decanto por el padre Cué y por Antonio Burgos, sin olvidar a Antonio García Barbeito. He leído también a Ángel Aroca que me dejó fascinado con el crucificado y quizá despertó en mí ese amor a ésta figura concreta de la pasión.

M.O.¿Y ese paso de palio sin las palabras del padre Cué no sería lo mismo, verdad?
P.A. El paso de palio fue, sin duda, perfectamente prosado por el padre Cué. Es tanta la influencia del padre Cué en nuestra generación... El padre Cué tenía esa facilidad de escribir perfectamente todo lo que entra en contacto con alguno de nuestros sentidos en Semana Santa. La cuestión mariana está muy presente en su obra y lo está por convicción. Porque quedó prendado de la dolorosa, de su manera de llorar, de los gestos de las manos... Y del palio, esa obra de conquistada verdad. Sensación definitiva.

M.O. Siempre he pensado, Paco, que el pregón, en cierta forma, persigue también idealizar la Semana Santa, recrear una realidad en un tono poético, llevándola a una dimensión más intangible. ¿Piensas lo mismo?
P.A. El Domingo de Pasión lo veras (risas). Sin duda sí, al menos como yo lo veo ahora. Es un paseo por tu romanticismo interior.

M.O. Hablando de romanticismo, de idealización, y del ejercicio de mirar al pasado que todo pregonero realiza para alimentarse de recuerdos, ¿echas de menos algo de nuestra Semana Santa?
P.A. Si, algunas las veremos en el pregón y tienen que ver con el aspecto de la fe como pueblo. La fundamental está relacionada con el modo en que la gente que está en la acera se comporta al paso de la cofradía. Pero es complicado pedir ejemplaridad a la gente, no toda claro está, cuando nosotros mismos a veces somos los que menos predicamos con el ejemplo.
También rehuyo, de un tiempo a ésta parte, de lo que me pueda parecer más superficial o más carente de contenido.


Por último, a modo de breve cuestionario:

- Una imagen de Cristo
Jesús Preso, es una devoción muy particular. El Cristo del Calvario es una imagen de crucificado que me apasiona. El Cristo de la Sentencia, Jesús de la Humildad y Paciencia. Nuestro Padre Jesús en el lavatorio a sus discípulos. El Cristo del Amor. Todos los que me conocéis sabéis que profeso también especial devoción a Jesús de la Pasión de Sevilla. Cada uno tiene un motivo, una sensación, una emoción.

- Una imagen de Dolorosa
Esperanza, Mayor Dolor, Soledad, Dolores...¡No puede haber una! Como dejar atrás el rostro de la Inmaculada Concepción de la hermandad del Calvario... Creo que la talla de la Virgen del Socorro es excepcional.

- Una marcha
Difícil también concretar. Me ciño a las nuestras, las de Cabra. "Martirio" y "Virgen de Piedra".

- Un momento de nuestra Semana Santa
Jesús Preso bajando la calle Mayor.

Muchas gracias, Paco, por tu atención y toda la suerte del mundo el domingo. Estamos deseando escucharte.
Muchas gracias. Como siempre es un placer colaborar con La Opinión. Espero que Cabra disfrute con mis palabras el próximo domingo que he preparado como enamorado de mi pueblo y de nuestra Semana Santa.

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