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Cuaresma, tiempo de gracia, camino hacia la Pascua
17.02.18 - Escrito por: Demetrio Fernández
El anuncio gozoso de la Pascua nos pone en camino hacia la fiesta principal del Año litúrgico: la muerte y la resurrección del Señor. La Cuaresma es un catecumenado anual para prepararnos a esta fiesta principal, en la cual renovaremos las promesas bautismales y se renueva la vida de la Iglesia. Pongámonos en camino.
Jesús santificó este tiempo santo con los cuarenta días en el desierto, previos a su ministerio público. Pero ese periodo de cuarenta recuerda los cuarenta años que el Pueblo de Dios anduvo por el desierto, saliendo de la esclavitud de Egipto hasta llegar a la Tierra prometida. La Cuaresma tiene por tanto un sentido de prueba, de desierto, de tentación, de combate contra el mal, de superación con el ejercicio del bien.
La pauta de nos marca Jesús para este tiempo es la oración, el ayuno y la limosna (Mt 6,1ss). "La oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida", nos recuerda el Papa Francisco en su Mensaje de Cuaresma. La oración nos abre a Dios y a sus dones, y ahí está el origen de todos los bienes para nuestra vida. Volvamos a Dios, él nos espera como el padre del hijo pródigo con los brazos abiertos para abrazarnos y devolvernos la dignidad de hijos y el sentido fraterno con nuestros hermanos.
"La limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida", insiste el Papa. La limosna perdona nuestros pecados y abre nuestro corazón para compartir lo que tenemos con los demás. Hemos recibido mucho, qué menos que compartamos algo con quienes no tienen nada. "La medida que uséis, la usarán con nosotros" (Lc 6, 38). Nos funciona instintivamente el deseo de tener más, eso es la avaricia. La Cuaresma es tiempo de ir contra esa tendencia, ejercitándonos en la generosidad con los demás, especialmente con los pobres. El cristiano es generoso y sabe compartir con los demás.
"El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre", nos recuerda el Papa. Se dice tantas veces que el ayuno no está de moda. Sin embargo, quizá hoy más que nunca esté extendida la práctica del ayuno. Tanta gente es capaz de privarse de cosas por un fin superior: dieta diaria, ejercicio físico, etc. Lo que no está de moda es el ayuno por motivos religiosos, y la Cuaresma nos pone delante de los ojos esta necesidad de nuestro espíritu.
En este primer domingo de Cuaresma aparece Jesús luchando contra Satanás en el desierto, al que vence con la oración y el ayuno, apoyado en la Palabra de Dios. Por toda nuestra diócesis se inician Viacrucis y preparación para las estaciones de penitencia. Tomemos en nuestras manos el Evangelio de cada día y dediquemos un rato cada día para templar nuestro espíritu. Pongamos a punto nuestro espíritu, hagamos un plan personal para esta Cuaresma. Dios nos espera para hacernos partícipes de sus dones.
Tengamos presente en todas las parroquias y grupos las "24 horas para el Señor", el viernes 9 y el sábado 10 de marzo. Que se multiplique la adoración en esas 24 horas y que tengamos fácil acceso al sacramento de la Penitencia. El Papa nos lo recuerda.
Recibid mi afecto y mi bendición:
Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
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