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Cita obligada en este quince de agosto, en que se celebra el 75º aniversario del dogma de la Asunción y en el contexto del Año Jubilar de la Esperanza, la Virgen de la Sierra ha recibido el testimonio filial de numerosas personas que han peregrinado a su santuario en la cima de la Sierra de Cabra.
Un dogma que fue declarado el 1 de noviembre de 1950, por el Papa Pío XII. En la entrada del templo se ubicó la "Mesa de mandas", donde los peregrinos anotan y realizan sus ofrendas, tal y como se viene haciendo desde los inicios de esta popular romería. Votos y promesas que se cumplen y anotan recogiendo tantos favores y peticiones como los peregrinos que llegan a sus plantas imploran a Dios por medio de su Madre.
Tras la misa del peregrino, celebrada a las 10h de la mañana, el santuario bullía en un ir y venir de gentes que se han acercado hasta la «Casita Blanca» en una fecha como esta. La Virgen estaba vestida con colores simbólicos en este año: el verde de la esperanza y el blanco de la paz y de la fe, que representa también la pureza, la gloria y a alegría. Para ello lucía el manto verde de terciopelo de Lyon bordado en oro que regalase Doña Carmen Giménez Flores, Vizcondesa de Termens en 1912. La saya, de tisú de plata, bordada en oro e hilos de seda, por Esperanza Elena Caro y que fue donada en 1980 desde Sevilla por el matrimonio Antonio Talero Córdoba - Fernanda Rubio Fernández. El Divino Niño iba vestido con traje y capa de tisú de plata con bordados, donados por la familia Ruiz-Granados en 2023.
Como explicaba la archicofradía, «entre otros detalles, pende de su manto la condecoración de la Real Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa (creada en 1792), cuya insignia representa al Rey San Fernando, tan vinculado al origen y la historia del Santuario y de la Santísima Virgen».
La función principal tenía lugar a las 12h, presidida por el rector, párroco y consiliario, Emiliano Nguema y concelebrada por el canónigo portavoz del cabildo de la catedral cordobesa, José J. Jiménez Güeto.
En la homilía, el rector del Santuario señalaba uno de los motivos de esta celebración: «La Virgen nos ha empujado a acercarnos a esta casita blanca para expresar nuestro amor y nuestra devoción a Ella. Somos peregrinos de la Esperanza y María es nuestro ejemplo de ser Iglesia en salida, portadores de Jesucristo, que vean en nosotros la fe que le tenemos».
Terminaba diciendo «que este día en el que nosotros venimos con esta inquietud, venimos siempre pidiendo a María, demos gracias por todo lo que nos concede a través de ella, por eso le decimos Madre Amada de la Sierra, no nos niegues tu favor. Cumplamos los votos y promesas que le hacemos, porque Ella no deja nunca de cumplir lo que le pedimos y se lo lleva a su hijo Jesucristo». «Pedimos a la Virgen asunta en cuerpo y alma a los cielos, que nos ayude cada día a renovar la adhesión a Jesucristo y a poder renovar nuestros v y p sabiendo y confiando que Ella nunca nos abandona». Terminaba con un ¡Viva María Santísima de la Sierra coronada! que fue respondido a coro con emoción por las personas que llenaban el templo del santuario de la Sierra.
Al término de la celebración, sobre las 13:15h la venerada y milagrosa imagen de Nuestra Señora, María Santísima de la Sierra, salía a hombros de sus costaleros, en sus andas de viaje, para la procesión solemne alrededor del Santuario. Mientras la bandera revoleaba al toque del clásico tambor y la gente se arremolinaba agachada y gritando ¡vivas!, el estandarte carmesí abría el cortejo y las campanas del Santuario, jubilosas, repicaron al unísono para anunciar que la Divina Serrana, la Celestial Viajera, la Palomita de la Cueva, salía de su concha nacarada para recibir la adhesión y afecto filial de miles de hijos suyos que, como peregrinos de esperanza, esperaban verla bajo el sol radiante del mediodía en el histórico santuario del Picacho de Cabra.
Cruz y ciriales, estandarte, bandera y tambor, el brillo del templete plateado y las esquinas de blancos nardos, han ido dando ese toque especial y sentido que a todos los egabrenses nos llena el corazón y a tantas personas devotas llegadas de puntos distantes o cercanos de nuestra geografía, anticipando ya los anhelados días de septiembre en que nuestra patrona y alcaldesa perpetua, bajará de nuevo a su ciudad.
En el recorrido procesional alrededor del Santuario, la Virgen de la Sierra ha sido acompañada por la multitud que no ha dejado de vitorearla y aclamarla como madre y protectora, dando muestra, una vez más, de la profunda devoción y el gran fervor de una imagen que, desde hace casi ocho siglos, es faro y guía de Cabra y tantos pueblos que la tienen por abogada y intercesora.
La bandera no dejaba de ser revoleada al sonido de la caja guerrera, que la tradición sitúa en aquellas legendarias hazañas del rey Fernando III y de la singular historia de la aparición de la Virgen a un cautivo en la cueva que hay bajo los Miradores.
Precisamente al llegar a este lugar, la Virgen de la Sierra era situada de espaldas a la fachada de la espadaña del templo serrano, mirando a Cabra y a los numerosos lugares que se divisan desde la altura.
A eso de las 13:25h, fueron entonados los versos de la salve tradicional, de origen medieval, por las voces de Antonio Roldán Molina y Antonio J. Roldán León, que las fervorosas personas que presenciaban el momento respondían al unísono, con la peculiar y antigua melodía letífica.
La procesión llegaba de nuevo a la puerta del Santuario, cerca de la cueva y bajo los miradores, y poco antes de las 14h quedaba entronizada de nuevo en el presbiterio del templo mariano enclavado en la montaña egabrense, siendo uno de los Santuarios más elevados de Andalucía.
Los nuevos cuadrilleros de la hermandad de San Rodrigo mártir ? costaleros de la Virgen de la Sierra, junto al rector, el hermano mayor de la archicofradía y el de san Rodrigo, daban por finalizada la romería al recogerse la Virgen, esperando ya un nuevo 4 de septiembre.
Destacamos algunas de las palabras de la homilía del rector del Santuario, párroco de la Asunción y consiliario de la Archicofradía:
«María sale siempre de Sí misma al encuentro del necesitado, así nosotros hemos de salir de nosotros mismos, así hablaba el papa Francisco de iglesia en salida y tenemos el ejemplo de María, que da el sí a ser la Madre de Dios y va a ver a su prima Isabel, y sale al encuentro de Ella. Nos enseña a salir al encuentro del necesitado, del pobre y ofrecerle nuestro servicio desinteresado para poder ayudar. Nos enseña el camino de la fe en el Señor. Dichosa tú que has creído.
Nuestra salida hacia los demás tiene que producir alegría para ayudar, pues no vamos solos, sino que llevamos, como María, a Jesús eucaristía. Y que su Palabra nos haga salir de nosotros mismos para ayudar y llegar a los demás.
María que es nuestra Madre Amada de la Sierra nos enseña este camino de amor, de felicidad y nos ha abierto las puertas para que veamos que es posible llegar al cielo. Y para ello hemos de seguir a Jesucristo con María, cargar con su cruz, caminar junto a Él y abrazar al hombre nuevo, a la criatura nueva que nos da con la Resurrección. Y por eso Ella nos ha adelantado el camino y celebramos que María ha sido llevada al cielo, asunta, porque ha creído en Él.
Al celebrar hoy la romería de V y P en que los devotos de la Virgen de la Sierra, prometemos y hacemos voto, renovando la fe en Ella, tenemos que mirar al cielo, donde nos invita Ella y su hijo a la Patria verdadera. Nos invita a no atesorar tesoros en la tierra, sino en el cielo. Que Dios sea nuestro único tesoro, como fue el único de María Santísima de la Sierra. Busquemos siempre la felicidad eterna, guiados a la santidad eterna».