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La crónica de La Opinión viene recogida en varios números del mes de octubre de 1919. El 12 de octubre, en el número 392, se publicaba una crónica de los últimos días de rosario y sermón que servía de despedida los días previos a la subida. Hablaba de los mantos que había tenido puestos la Virgen: "ha lucido ocho mantos a cual más rico y elegante - dice el redactor de La Opinión - de la colección de antiguos, pues en esta clase posee un capital fabuloso la veneranda imagen".
Recoge La Opinión que "también se le ha cambiado de sortijas" y añade: "el miércoles 8 - de octubre - se le quitaron 29 sortijas primorosas y le fueron puestas 24 sortijas nuevas". La Virgen recibía constantes donativos de sus devotos que entregaban, como siguen haciéndolo hoy, poniendo de manifiesto "la gran fe y honda devoción" de cuántas personas han realizado gestos así a lo largo de los siglos de la devoción serrana.
Llama la atención la última parte de este artículo que titula el viejo periódico "El traslado de la Virgen".
La subida tenía lugar en medio de la semana, un miércoles 15 de octubre de 1919 con el esquema que se sigue manteniendo. Dice La Opinión: "como saben nuestros lectores, el martes 14 del actual, víspera de la subida de la Virgen al Santuario, el rosario será a las 8 de la noche, con asistencia del Centro Filarmónico, siendo el último día de sermón".
Pero las previsiones no pudieron cumplirse y así leemos en el número siguiente, del 19 de octubre, que "la lluvia impidió que se llevara a efecto el día que estaba anunciado" y finalmente la subida tuvo lugar el viernes 17 de octubre "entre los vítores y aclamaciones de sus hijos, demostraciones de devoción y cariño que siguieron por las calles, en San Francisco y hasta el mismo Góngora en donde también había numerosos grupos que hasta allí llegaron para dar el adiós a su Virgen".
La Virgen de la Sierra llegó al Santuario a las 11 y 20 de la mañana de aquel viernes de hace un siglo y dice el cronista de La Opinión que a "la egregia viajera" la recibió la colonia "que pasa temporada en el picacho y numerosos devotos que ya se encontraban en él".
"El momento de entrar en la iglesia la Virgen fue verdaderamente emocionante y conmovedor: de todos los pechos salían continuos vivas mientras las lágrimas corrían por las mejillas". La misa a la llegada fue celebrada por el culto sacerdote Pedro Pedrosa a la que siguieron las coplas y la salve "acompañadas de melodium" y una plática que pronunció al final el capellán de las Escolapias, Rafael Ruiz. El día amenazaba lluvia y eso impidió que subieran más personas "al Cerro", como solía también denominarse al Picacho y como siguen llamándolo los devotos de Zuheros.
No falta la mención a la Bandera y el Tambor, elementos indisolublemente unidos a la tradición de la Virgen de la Sierra y que siempre están junto a nuestra Patrona a lo largo de los siglos de la devoción serrana en torno a su milagrosa y antiquísima imagen.
Conviene recordar también que, como se recoge en otro número de La Opinión de hace un siglo, que la decisión de subir a la Virgen en la primera semana de octubre, fue tomada en un acuerdo del cabildo de la Real Archicofradía que, a petición de unos cofrades adoptó el mismo. Se había solicitado que la subida fuera al término de las novenas, en el mes de septiembre, pero finalmente, "surgidas ciertas discrepancias y expuestas las consideraciones que todos los presentes apoyaron, comprendida la conveniencia de ellas, se acordó como tiempo máximo verificarla dentro de la primera decena de octubre". Los números de noviembre de 1919 recogen algunos escritos sobre este tema que produjo algunas discrepancias recogidas en nuestra histórica cabecera.
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