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Semana de unidad por los cristianos
18.01.18 - Escrito por: Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
La unidad de los cristianos es un asunto sangrante en la vida de la Iglesia. Por un lado, es un reto y una esperanza. Por otro, es una herida abierta que nos humilla y nos recuerda continuamente nuestra condición de pecadores, amados por Dios.
"Fue tu diestra quien lo hizo..." (Ex 15,16)
Oración por la unidad de los cristianos
Del 18 al 25 de enero, todos los años rezamos especialmente por la unidad de los cristianos. Rezamos todo el año, porque en toda Eucaristía oramos para que el Espíritu Santo, que es autor de la unidad de la Iglesia, nos mantenga unidos. Pero llegados a estas fechas, intensificamos la conciencia de este reto y esta herida e intensificamos la oración por esta intención, una de las primeras y principales en la Iglesia.
Orar por una intención no es recordarle a Dios algo que se le puede haber olvidado. Dios es el que inspira estas intenciones en su Iglesia y en el corazón de los hombres. Al orar por una intención entramos en la órbita de la fe, entramos en el corazón de Dios y nos interesamos por los intereses de Dios. Dios quiere que todos los humanos formemos una única familia, para eso ha enviado a su Hijo, para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y Dios quiere reunir a todos sus hijos en la Iglesia que su Hijo ha fundado.
Jesucristo ha fundado esta Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles y sus sucesores y ha enviado sobre ella como un gran regalo al Espíritu Santo. Jesucristo ha fundado una sola Iglesia sobre la roca de Pedro. "Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia..." (Mt 16,18). Y esta unidad se ha mantenido fundamentalmente por la comunión de pastores y fieles con el primado de Pedro a lo largo de los siglos. Pero para vergüenza de todos, esa unidad se ha fracturada en distintos momentos clave. El pecado de los hombres ha entrado en la historia de la Iglesia, y se han producido fracturas y divisiones, que permanecen hasta el día de hoy. Las más grandes han sido la ruptura Oriente-Occidente con el cisma del año 1050, generando la gran separación entre ortodoxo y católicos; y la ruptura de Lutero en 1517, cuyo centenario hemos recordado recientemente, y que ha generado la gran separación entre protestantes y católico/romanos.
Sin embargo, el Espíritu Santo, alma de la Iglesia, está suscitando un fuerte movimiento de acercamiento y de unidad entre todos. El siglo XX ha sido un siglo de acercamientos hasta desembocar en el concilio Vaticano II. Y a partir del concilio, los pasos dados han sido de gigante en el camino hacia la unidad, también con algunos traspiés.
Llegamos de nuevo a estas fechas y queremos sumarnos a ese camino hacia la unidad que desde todas las confesiones cristianas va dándose: encuentros del Papa con otros líderes religiosos no católicos, o porque él mismo los visita en sus países o porque vienen a Roma para encontrarse con el Sucesor de Pedro. Al mismo tiempo, continúan los debates teológicos entre expertos que se reúnen para acercar posturas, profundizando en lo que cada comunidad ha alcanzado.
A nosotros nos corresponde unirnos en la oración común para pedirle a Dios la unidad de todos los cristianos en la única Iglesia fundada por el Señor. En Córdoba hemos tenido hace dos meses un encuentro de líderes cristianos: católicos, ortodoxos de Constantinopla, de Rusia, de Rumanía, armenios, maronitas. Ha sido con motivo del Congreso Internacional Mozárabe. Ellos han tenido sus respectivas ponencias, resaltando cómo viven la fe en un contexto parecido a los cristianos cordobeses mozárabes durante la dominación musulmana. Y nos ha ayudado mucho recibir su testimonio y compartir juntos la oración de la tarde, teniendo como horizonte el testimonio de los mártires. Hoy, como ayer, sigue habiendo mártires a los que no preguntan si son católicos u ortodoxos, armenios o rumanos. Simplemente son asesinados por ser "cristianos". El martirio de todos esos hermanos nos une a todos en una fe y un gran amor al Señor. Es el ecumenismo de los mártires.
Oremos por la unidad de los cristianos. Ha de ser obra de Dios, secundada por la oración sincera de quienes confesamos que "ha sido tu diestra quien lo hizo...".
Recibid mi afecto y mi bendición:
Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
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