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Poco más cabe decir de una tarde noche en la que vimos mucha gente en la calle, al menos en las primeras horas de la procesión del Calvario tanto en la salida en la plaza de Aguilar y Eslava, como en su trayecto hasta la carrera oficial. Lo mismo pudimos observar en la salida de la Sangre en el entorno de la Villa. A medida que se adentró la noche, el transcurrir de ambas cofradías por nuestras calles se pudo disfrutar con una temperatura ideal, que se prolongó hasta la recogida de los dos pasos de la hermandad del Calvario, en su precioso caminar por la calle de la Cruz. Las composiciones musicales elegidas para acompañar tanto al paso del Calvario como al palio de la Virgen del Rosario, prestaron sinfonía de elegancia, acompasada con muy buen andar de ambos pasos.
No le iba a la saga en belleza y recogimiento el Via-Crucis del Cristo de la Sangre, que recorrió las callejas del Barrio del Cerro y mantuvo su sello característico con el ronco sonido de sus tambores enlutados. Una vez más la oración y el silencio reinaron en el haz de luz que proyectaban las antorchas que escoltaban al Crucificado de la Sangre, mientras el incienso, los tambores, la música de capilla y el sonido peculiar del corno romano que anunciaba el rezo de cada estación, pusieron la nota de singularidad de esta cofradía que llegaba de nuevo a la Asunción entrada la madrugada del Martes Santo.
Agradecemos a José Antonio Moreno Ortiz, las fotografías que nos ha cedido para ilustrar esta noticia.
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