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Litúrgicamente el altar está despojado, el sagrario abierto, vacío. No suenan los instrumentos, callan las campanas. La cruz sigue entronizada desde el viernes, con un paño rojo y un laurel de victoria. No hay celebración en el día. Oración, ayuno eucarístico, contemplación.
La Iglesia acompaña a María en su duelo, con procesiones populares de la Dolorosa, de la Soledad, caminando, como tantas madres huérfanas de hijos arrebatados, buscando su hijo desaparecido. La Iglesia espera que el grano de trigo brote y surja la espiga de la vida (cf. Jn. 12,24), anhela la resurrección y aguarda triste, aunque confiada, el triunfo de Jesús sobre el mal y la muerte que tanta angustia, soledad y dolor le han provocado.
En Cabra, la Virgen de la Soledad por la mañana y la Virgen del Socorro por la noche, macan esta jornada de duelo y espera ante la vigilia Pascual.
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