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La Vizcondesa de Termens y los pasos de la Expiración y las Angustias
02.04.21 - Escrito por: Antonio Ramón Jiménez Montes
Mucho se ha hablado y escrito acerca de la evolución de la Semana Santa de Cabra y las etapas que han sido fundamentales para su actual conformación. Hoy nos acercamos al papel de la Vizcondesa de Termens en el primer tercio del siglo XX.
Parece acertado plantear que es el siglo XX el periodo más intenso en cuanto a cambios estéticos y formales. Una etapa que sigue a la importante crisis de finales del siglo XIX y que también tendrá varios momentos en los que la evolución de las cofradías y su forma de procesionar busca un modelo que ha quedado fijado en los últimos treinta años con criterios unánimes entre las hermandades, al menos de momento, pues nada se puede dar por definitivo.
Desde que en 1911 se incorporan de nuevo los capuchones a las procesiones, con los hábitos y capirotes que trae la Archicofradía de Jesús Preso, todo empieza a removerse. La moda de los "hermanos del capuchón" comienza a imponerse y se incorporan las filas de capuchones. Además, desde La Opinión se reclamaba orden, organización y apoyo a las nuevas tendencias que se observaban en las procesiones. Así decía una reseña de 1929: "se observa cada año en nuestra querida patria chica el impulso que se da a las fiestas de Semana Santa y ello es debido a que todas las hermandades trabajan con fe y entusiasmo".
Cuando en la Semana Santa de 1928 el Calvario de la Expiración aparece montado en el nuevo trono, muy similar al que también estrenaba la Virgen de las Angustias, todo el mundo queda admirado. La Vizcondesa de Termens es hermana mayor de ambas cofradías y costea los pasos. El de la Expiración obra de Navas Parejo, de Granada; el de las Angustias, obra de Antonio Infantes Reina, de Sevilla. Las influencias foráneas entrarían con fuerza en la Semana Santa de Cabra de aquellos finales años 20.
Carmen Giménez Flores había enviudado en 1926 y a partir de ahí "se dedicaría en cuerpo y alma a actos caritativos y devotos", como señala Salvador Guzmán. Y entre esos actos devotos, la labor en la Semana Santa, como en la Archicofradía de la Virgen de la Sierra, va a ser determinante.
En 1927 la Vizcondesa encargó al valenciano Pío Mollar Franch la imagen del Cristo de la Expiración que quedaría instalada en su oratorio privado de la calle Martín Belda. Luego pasaría a la Fundación Termens, como dispuso en su testamento el 22 de diciembre de 1937 cuando manda "que la imagen del Stmo. Cristo de la Expiración (...) se traslade a la capilla de la Fundación Termens donde se colocará enfrente de su panteón". Además del crucificado y para conformar un nuevo misterio en la Semana Santa de Cabra, con un estilo y montaje totalmente novedoso, encarga al granadino José Navas Parejo las imágenes de San Juan y la Magdalena que, junto a la Virgen del Mayor Dolor, formarán el Calvario de la Expiración. "El trono y el risco son obra de Navas Parejo que ha estado en Cabra con mencionado objeto traído por la Vizcondesa" vemos publicado en La Opinión en abril de 1928. Pero además la nueva cofradía de la Vizcondesa, junto a la de las Angustias de la que también es hermana mayor y camarera, traerá otras novedades como es el caso de los capuchones: "de Sevilla ha mandado traer los modelos de las túnicas de las Angustias y la Expiración" que llegaban a los 150. Entre sus aportaciones también está un elemento que formaba parte de la tradición cofrade egabrense como eran los añafiles o abejorros y que la Vizcondesa encarga en una fábrica francesa poniendo el sello de su escudo en los que hoy sigue conservando la Cofradía de las Angustias.
Todo estaba preparado para la Semana Santa de 1928, el paso del Calvario con el Cristo de la Expiración saldría de la Asunción; el de las Angustias de las Agustinas. De ambas era hermana mayor y camarera la Vizcondesa que había contratado la Banda del Ave María para las Angustias mientras que para el Calvario iba a contar con la Capilla de Música que entonaría el Miserere.
Pero la intensa lluvia de aquel Viernes Santo impidió la salida procesional. Sin embargo, en un claro de la noche del Sábado Santo, entre las 10 y las 12 de la noche, salieron los dos pasos con sus cortejos que llamaron la atención y que fueron toda una revolución para la Semana Santa de Cabra, aunque por la oscuridad de la hora no pudieron verse con detalle los elementos de los pasos y de los capuchones, como decía la crónica de La Opinión.
La Vizcondesa fue hermana mayor de la Expiración entre 1928 hasta su muerte en 1938. Entre 1928 y 1935 la imagen de la Virgen del Mayor Dolor fue la que estuvo en el Calvario, saliendo de la Asunción; entre 1935 y 1942 salió la Virgen de la Esperanza desde Santo Domingo y desde 1942 la actual Virgen del Rocío que estuvo saliendo en el Calvario de la Expiración hasta el año 1954. Luego desapareció y en 1971 se fundó la actual cofradía de la Expiración.
El trono de Navas Parejo de aquel Clavario de la Expiración fue vendido a la Real Archicofradía del Nazareno que lo conserva, aunque modificado. La Virgen del Rocío a Manuel Piedra que la cedió a la cofradía del Rocío de Pasión. El San Juan a la Hermandad de la Oración en el Huerto. La Magdalena a un particular que la conserva.
De la Virgen de las Angustias fue benefactora la Vizcondesa desde la primera década del siglo y hasta su muerte. En 1928 se convierte en su hermana mayor y adquiere el trono en el que sigue saliendo en Sevilla. El paso es obra de Antonio Infantes Reina un imaginero que tenía su taller en la Sevilla de los años 20. En 1916 realizó el dorado del paso de los "espejitos" del Señor de la Coronación de la Hermandad del Valle. Dorador, tallista y maestro del también imaginero José Rivera García, entre sus obras están las manos actuales de la Virgen de las Aguas, de la Hermandad del Museo de Sevilla que talló en 1922. En Huelva capital la imagen de Jesús de la Pasión, de 1938 y la de María Stma. del Refugio de 1941, además de otras restauraciones y trabajos.
En los años siguientes se irían perdiendo algunos elementos tradicionales que según decía La Opinión en 1930 eran "objeto de risa, escarnio o irreverencia" y añadía "aunque todo esto es tradicional y típico en Cabra, hay que suprimirlo".
Aquel Viernes Santo de 1928 marcó un antes y un después en la Semana Santa de Cabra. En ese contexto de cambio, de nuevas formas, de modificaciones de la que podíamos llamar "antigua" Semana Santa, la participación en las cofradías de la Vizcondesa de Termens y su influencia, pero también de Antonio Albornoz, Manuel Mora Aguilar, Vicente Muñiz, Jaime Garrido, José Pastor, Manuel Rascón, Pedro Pedrosa o Antonio Povedano, entre otros, es fundamental para ir fraguando lo que iba a ser una constante evolución, a lo largo de todo el siglo XX en la Semana Santa de Cabra.
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